09/27/2025 | Press release | Distributed by Public on 09/27/2025 10:15
Discurso del Presidente de la Nación Argentina, Javier Milei, en la inauguración de la Feria Internacional de Turismo, en La Rural
Buenos días a todos, quisiera agradecer a las autoridades de la feria por tan amable invitación. Como dije hace apenas unos días en Estados Unidos, cuando asumimos nuestro mandato en diciembre de 2023 encontramos un paciente en estado crítico. El país se encontraba al borde de una nueva hiperinflación, con indicadores sociales incluso peores que los del 2001. Ante este panorama, que hubiera significado la peor crisis de nuestra historia, tuvimos claro que debíamos actuar rápido y con convicción. Solo en el primer mes hicimos un ajuste de cinco puntos del PBI del déficit fiscal a nivel Tesoro Nacional y otros diez puntos del PBI de ajuste cuasi fiscal en el Banco Central en apenas seis meses. Gracias a eso, Argentina es uno de apenas cinco países en el mundo que tienen superávit fiscal sin estar en default, algo que además no se veía en nuestro país desde hacía 125 años de historia.
También llevamos a cabo la reforma desregulatoria más ambiciosa de la historia, demostrando nuestro compromiso con normalizar una economía tantas veces manoseada por la política. Es decir, vamos por el camino correcto; no hay otra manera de salir adelante que aplicando las ideas que nos hicieron prósperos en primer lugar. Sin embargo, también somos conscientes de que esto recién empieza. Estamos llevando a cabo la labor clave de construir los cimientos de un país exitoso. Cimientos que, por definición, suelen estar ocultos, pero en los cuales cualquier edificio no duraría en pie más que unos minutos o días. Esto último es una analogía de la economía que no le gusta a los políticos, ya que viven de tomar medidas efectistas sin ningún tipo de fundamento, que más temprano que tarde llevan al derrumbe de todo lo construido. Nosotros vinimos a hacer algo distinto: no a empezar a construir la casa por el techo, sino a asentar las bases del crecimiento a largo plazo. Y ahora que los cimientos están firmes, es momento de empezar a ver el fruto de nuestro esfuerzo.
Hablando específicamente del rubro que nos convoca hoy aquí a todos, el turismo argentino tiene todas las condiciones para ser punta de lanza global. Contamos con un capital humano de primer nivel, reconocido por su hospitalidad y su calidad de servicio. Contamos con destinos envidiados por prácticamente cualquier país del mundo: tenemos glaciares, lagos, cataratas, esteros, extensas costas marítimas, selvas, desiertos, cañones, valles y montañas de todo tipo. Contamos con una diversidad gastronómica reconocida globalmente, y la diversidad de ecosistemas que mencioné anteriormente nos brinda una capacidad potencial para generar materia prima pocas veces vista en la historia. Solo con estas condiciones, Argentina podría tener un sector turístico 20 veces más grande que el actual. Podríamos acoger turismo de forma constante durante todo el año sin ningún tipo de problema. Esto quiere decir que aún tenemos mucho potencial sin ser explotado.
Lo que nos introduce a la cuestión de qué se necesita para poder aprovechar todo este potencial: lógicamente, se necesita poder desarrollar la infraestructura, se necesita contar con un entramado hotelero con la capacidad y la calidad suficiente para ser tentados por ciudadanos de todo el mundo, se necesita contar con rutas aerocomerciales que conecten todo nuestro país, volviendo cada vez más accesibles destinos lejanos. En este sentido, nuestra gestión ya puso en marcha una política de regulación del sector aerocomercial que está generando una mayor conectividad, tanto en vuelos de cabotaje como internacionales. En paralelo, facilitamos el ingreso de turistas mediante la eliminación de visas y trámites burocráticos para mercados estratégicos. Y, para poder afrontar este crecimiento, también se necesita energía y tantas otras cosas más. Pero, principalmente, para que todos estos ítems se cumplan, se necesita estabilidad macroeconómica.
Porque todas estas necesidades requieren inversión y trabajo para ser satisfechas. Para eso necesitamos la estabilidad suficiente para que se puedan proyectar inversiones a 10,
20 o 30 años, sin el temor de que la economía vuele por los aires de la noche a la mañana. También se necesita mejorar la competitividad del sector, porque, como ya mencioné, el sector turístico compite con el sector turístico de todo el planeta.
Para poder competir más y mejor, tenemos que reformar el mercado de trabajo para que contratar sea más accesible para los distintos emprendimientos. Es necesario también sacarnos de encima el flagelo de la industria del juicio, que lleva negocios a la quiebra para beneficiar a unos pocos vivos. También necesitamos una reforma fiscal para bajar impuestos, haciendo que cada vez más emprendimientos sean rentables. Nuestro gobierno tiene todo lo mencionado muy claro; por eso hicimos el ordenamiento económico que hicimos, y por eso queremos impulsar las reformas necesarias para que Argentina se vuelva un país competitivo y pueda florecer libremente la prosperidad.
Por eso también tenemos claro que la solución no es volver al catastrófico sendero de las devaluaciones recurrentes, tampoco inflar artificialmente la demanda emitiendo pesos a mansalva o imponiendo regulaciones que fuercen a la gente a vacacionar en el país. Los argentinos no necesitan excusas para elegir Argentina, solo necesitan tener la oportunidad y el camino para dársela no es a la fuerza, sino mejorando la oferta.
Porque ese sendero de imprevisibilidad macroeconómica, al que la oposición promete volver, impide que el sector invierta, crezca y aprenda qué funciona y qué no funciona. Sin este aprendizaje, el turismo queda preso de una necesidad constante de subsidios para sostener lo que no funciona. Mientras tanto, lo que sí funciona y tiene demanda genuina no tiene las condiciones para crecer, porque compite por los mismos escasos recursos, tanto del cliente, como de crédito y mano de obra con lo que no.
Además, esto impide que los trabajadores del sector inviertan en su propia capacitación y apuesten a su crecimiento. A su vez, el subsidio eterno pone todos los incentivos en tomar las ganancias en lugar de crecer, tanto por parte del trabajo como del capital. Esto nos encierra, hace que nos miremos para siempre el ombligo y no podamos apuntar al mercado global de turismo, aún con todos los recursos para hacerlo. Nosotros sí confiamos en el talento argentino y sabemos que, si equilibramos la cancha, le podemos competir de igual a igual a cualquier destino del mundo.
Para peor, como la emisión y devaluación empobrecen sistemáticamente a la población, el sector queda preso de una clientela con cada vez menos recursos. Esto hace que mejorar la oferta no tenga sentido y se genere un círculo vicioso que nos lleva a cada vez menores ingresos y, por tanto, peores prestaciones. Pero, para que todo lo que acabo de mencionar y que no ocurran todas estas catástrofes aberrantes, hay que encontrar soluciones profundas y duraderas. Nosotros venimos trabajando en esa dirección; estamos haciendo las reformas que fueron postergadas por la política durante décadas. Una vez que terminemos de ordenar la macroeconomía, la micro despegará a niveles nunca antes vistos en el país, por lo que el turismo se verá ampliamente beneficiado en todos sus niveles.
Que estamos constantemente repitiendo que el orden fiscal no se negocia, que la inflación hay que pulverizarla, o que los impuestos y las regulaciones deben ser menores. No es un capricho nuestro, es la disciplina que nos llevará a ser un país rico y próspero.
Ese es nuestro programa de gobierno, porque entendemos que, si no hacemos esto, Argentina retrocede y será cada vez más difícil de recuperar. Por eso los invito a no aflojar; estamos cada vez más cerca de sacar al país del fondo del abismo. Hagamos que todo este esfuerzo valga la pena.
Que Dios bendiga a todos los argentinos, que la fuerza del cielo nos acompañe, y muchísimas gracias a todos. ¡Vamos, que se puede, vamos!