10/05/2025 | Press release | Archived content
En unas nuevas directrices de referencia publicadas hoy, los principales organismos dedicados a la salud reproductiva hacen un llamamiento a introducir un cambio importante en la prevención, diagnóstico y tratamiento de la hemorragia puerperal. En las recomendaciones se señala la urgencia de detectar antes e intervenir más rápidamente, medidas que podrían salvar la vida de decenas de miles de mujeres cada año.
La hemorragia puerperal o posparto, definida como un sangrado excesivo tras el parto, afecta a millones de mujeres cada año y causa casi 45 000 muertes, lo que la convierte en una de las principales causas de mortalidad materna a escala mundial. Incluso cuando no es mortal, puede tener secuelas en la salud física y mental durante toda la vida, desde graves daños orgánicos a histerectomías, ansiedad y traumatismos.
«La hemorragia puerperal es la complicación más peligrosa durante el parto, ya que puede empeorar a una velocidad alarmante. Si bien no siempre es previsible, con la atención adecuada pueden evitarse muertes», declaró el Dr. Jeremy Farrar, Subdirector General de Promoción de la Salud y Prevención y Atención de Enfermedades. «Las directrices tienen por objeto potenciar al máximo el impacto donde mayor es la carga y más limitados los recursos, a fin de que más mujeres sobrevivan al parto y puedan regresar sanas y salvas a sus hogares y a sus familias ».
Publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) y la Confederación Internacional de Matronas (ICM), las directrices introducen nuevos criterios de diagnóstico objetivos para detectar la hemorragia puerperal, a partir del estudio más grande sobre el tema hasta la fecha, también publicado hoy en The Lancet.
Muchos casos de hemorragia puerperal ocurren sin factores de riesgo identificables, lo que significa que la pronta detección y la respuesta rápida son fundamentales. Sin embargo, en muchos entornos, especialmente donde los recursos de la atención de salud y las salas de parto están sobrecargados, los retrasos en el tratamiento tienen consecuencias devastadoras.
Por lo general, se considera que hay hemorragia puerperal cuando la pérdida de sangre es igual o superior a 500 ml. Sin embargo, se aconseja al personal clínico que actúe cuando la pérdida de sangre llegue a los 300 ml y se hayan observado constantes vitales anormales. Para un diagnóstico temprano de la hemorragia puerperal, se recomienda al personal de enfermería y de partería que monitoreen estrechamente a las mujeres tras el parto y que utilicen paños calibrados -dispositivos sencillos que recolectan y calculan con precisión la sangre perdida- para poder actuar de inmediato al cumplirse los criterios.
En las directrices se recomienda poner en marcha de inmediato el conjunto de medidas MOTIVE una vez diagnosticada la hemorragia puerperal, que incluye:
En los raros casos en que el sangrado continúa, se recomiendan intervenciones eficaces como cirugía o transfusiones de sangre para estabilizar de manera segura el estado de la mujer hasta que pueda utilizarse otro tratamiento.
«Las mujeres que sufren una hemorragia puerperal necesitan atención rápida, viable, eficaz y que permitan evitar las muertes por esta causa», declaró la Profesora Anne Beatrice Kihara, Presidenta de la FIGO. «Las directrices adoptan un enfoque proactivo de disposición operativa, reconocimiento de los signos y respuesta. Están concebidas para lograr efectos en el mundo real, capacitando a los trabajadores de la salud para que presten la atención adecuada, en el momento adecuado y en muy diversos contextos».
Las directrices ponen de relieve la importancia de una buena atención prenatal y posnatal para mitigar factores de riesgo críticos como la anemia, muy prevalente en los países de ingreso bajo y mediano bajo. La anemia aumenta la probabilidad de hemorragia puerperal y empeora el desenlace si se produce. Entre las recomendaciones para las madres con anemia se incluyen la ingesta diaria de hierro y de folato por vía oral durante el embarazo y transfusiones de hierro intravenosas cuando se necesite una corrección rápida, incluso después de la hemorragia puerperal, o si el tratamiento oral no ha dado resultado.
En la publicación también se desalientan prácticas poco seguras como las episiotomías sistemáticas y se promueven técnicas preventivas como el masaje perineal al final del embarazo, para reducir la probabilidad de traumatismos y sangrados graves tras el parto.
Se recomienda administrar, durante la tercera etapa del parto, un uterotónico de calidad garantizada -preferiblemente oxitocina o, en su defecto, carbetocina termoestable- para promover la contracción uterina. Si no hay opciones intravenosas disponibles y la cadena de frío no es fiable, se puede usar misoprostol como último recurso.
«Las parteras saben de primera mano la rapidez a la que puede agravarse una hemorragia puerperal y provocar la muerte », señaló la Profesora Jacqueline Dunkley-Bent, OBE, Matrona Jefe de la ICM. «Estas directrices cambian las reglas del juego. Pero para poner fin a las muertes prevenibles por hemorragia puerperal, necesitamos más que evidencia y protocolos. Hacemos un llamamiento a los gobiernos, los sistemas de salud, los donantes y los asociados para que den un paso adelante, adopten estas recomendaciones -las adopten rápidamente- e inviertan en personal de partería y atención materna para que la hemorragia puerperal no sea más que una tragedia del pasado».
Las directrices van acompañadas de un conjunto de recursos de capacitación y aplicación, elaborados con asociados como UNFPA. Estas herramientas consisten en módulos prácticos para trabajadores de la salud de primera línea, guías a nivel nacional para introducir nuevas prácticas y capacitación basada en simulaciones para fortalecer la respuesta de emergencia.
Estas directrices consolidadas -las primeras centradas exclusivamente en la hemorragia puerperal- se presentan en el Congreso Mundial 2025 de la FIGO, en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Son un paso crucial en la aplicación de la Hoja de ruta para combatir la hemorragia puerperal entre 2023 y 2030.
Las directrices contienen 51 recomendaciones, algunas ya existentes y otras nuevas basadas en la evidencia para prevenir, diagnosticar y tratar la hemorragia puerperal.
Hoy también se ha publicado en The Lancet un nuevo estudio de la OMS y el Programa Especial de Investigaciones, Desarrollo y Formación de Investigadores sobre Reproducción Humana (HRP) de las Naciones Unidas sobre la precisión diagnóstica de los indicadores de hemorragia puerperal grave en el que han participado más de 300 000 mujeres de 23 países:
Gallos I, Williams CR, Price MJ, Tobias A, Devall A, Allotey J et al. Prognostic accuracy of clinical markers of postpartum bleeding in predicting maternal mortality or severe morbidity: a WHO individual participant data meta-analysis. Lancet. 2025 (https://doi.org/10.1016/S0140-6736(25)01639-3).
Hoy también se ha publicado en The Lancet Global Health un comentario sobre las directrices: https://www.thelancet.com/journals/langlo/article/PIIS2214-109X(25)00404-8/fulltext
Para elaborar las directrices se ha contado con financiación de la Fundación Gates.