12/17/2025 | Press release | Archived content
Circulo de Bellas Artes (Madrid)
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ
Muy buenos días a todos y a todas. Gracias por estar aquí en este acto tan importante para el Gobierno de España y para el conjunto de la sociedad española.
Querida vicepresidenta, ministros, autoridades, señoras y señores. En primer lugar, me van a permitir que agradezca al anfitrión, al Círculo de Bellas Artes, que acoja este importante evento, un espacio cultural para aquellos que vengan de fuera de Madrid y no hayan tenido ocasión de poder conocer su historia, un espacio cultural de referencia con casi 150 años de historia. Un lugar donde la cultura, donde, en fin, el arte, cumplen su función más valiosa que es abrir preguntas, que es ofrecer refugio, un refugio intelectual, cívico y cada vez también climático. Un ejemplo concreto de cómo la cultura, cuando se cuida, protege. Y digo cuando se cuida, porque no podemos darla por descontada. Las instituciones culturales necesitan independencia, autonomía, estabilidad y apoyo público para seguir cumpliendo esta importante misión. Cuando algunos, a escasos metros de aquí, optan por la asfixia económica a un centro cultural tan importante como es el Círculo de Bellas Artes, referencial, insisto, para Madrid y para muchas partes de España, este gobierno, el Gobierno de España, hace exactamente lo contrario y es reforzar su compromiso y elevar su apoyo financiero. Porque cuidar la cultura es eso, es cuidar la democracia y porque no hay transición ecológica justa sin espacios críticos, abiertos, vivos como es el Círculo de Bellas Artes. Así que, en fin, lugares como este, donde se piensa a largo plazo, donde se da valor al conocimiento, incluso cuando ese conocimiento es incómodo para las autoridades, para el poder político o cuando se cuestionan inercias muy asentadas, es justo reconocerlo y apoyarlo.
Veréis, no sería la primera vez que una advertencia incómoda llega antes que la conciencia colectiva. Y me voy a remontar al año 1974, cuando un afamado diplomático, académico también, un tal Kissinger, recibió un informe especial de la CIA y ese informe social en el año 1974, podemos imaginar que era sobre la antigua Unión Soviética, pero no fue así. No era ni sobre la Unión Soviética ni sobre el Oriente Medio y su situación, ni tampoco sobre el Vietnam, que acabó afectando a nada más y nada menos que cuatro presidentes de Estados Unidos. Ese informe trataba sobre un nuevo factor de riesgo en la política internacional, hasta entonces ignorado por los políticos, y eran las alteraciones en el clima. En 1974. Aquel documento, entre otras cosas, advertía por primera vez que un cambio en los patrones climáticos podía desencadenar crisis alimentarias, crisis migratorias, conflictos en países. En definitiva, era información de inteligencia. Pero pronto daría el salto a la opinión pública, al debate publicado.
Para quienes, como yo, nacimos en 1970, nuestra adolescencia evidentemente coincidió con el comienzo de la divulgación científica. Veíamos gráficos, escuchábamos también proyecciones que nos sonaban lejanas, también incomprensibles. Hubo pioneros y pioneras que lo entendieron muy pronto, que empezaron a vincular el clima con el crecimiento económico, el clima con el progreso, el clima con la salud y hubo otros sencillamente que no lo vieron, o peor aún, que no quisieron verlo.
Aún hoy hay quien se pregunta qué tiene que ver conmigo el deshielo en el Ártico. Bueno, tiene mucho que ver, porque el clima es el tablero donde se juegan todas las demás partidas y no hay crecimiento económico, no hay progreso social, no hay salud pública cuando el clima se convierte en un factor de riesgo. Y creo que además nuestro país, por su ubicación geográfica, está en primera línea de esa amenaza y los datos son incuestionables. En apenas cinco años las lluvias torrenciales han aumentado un 15% con episodios absolutamente devastadores como los que vivimos con la dana en la Comunitat Valenciana. Acabo de estar hace escasos minutos con el president de la Generalitat de la Comunitat Valenciana. Los veranos durante estos últimos años duran de media 55 días más. Hemos sufrido sequías devastadoras para nuestro campo; lo sabemos muy bien, querido ministro. Y nos enfrentamos a olas de calor que ya no son excepcionales. De hecho, cuando hablamos de olas de calor, ha habido veranos en los que prácticamente no hablamos de olas, sino de una única ola de calor que se ha prolongado a lo largo de los meses de junio de julio y también bien entrado el mes de agosto.
Son, de hecho, la nueva normalidad en la que vivimos. Solo en el año 2025 esa nueva normalidad ha devorado casi 400.000 hectáreas, 400.000 hectáreas, provocando víctimas mortales, pérdida de biodiversidad, la evacuación de más de 30.000 personas en cientos de municipios, que dejaron atrás sus hogares, sus recuerdos con la angustia de no saber si las llamas iban a reducir a cenizas todo ese patrimonio emocional y sentimental que tienen los ciudadanos cuando hablan de su hogar.
Por tanto, mirar a esta realidad duele, pero es el único punto de partida, si me permiten, honesto, para poder actuar y anticiparnos, como decían antes la vicepresidenta y el ministro de Interior. Reconocer el problema es la primera y probablemente de las más importantes partes de la solución a este reto descomunal que tenemos ante sí.
Basta con recordar que los fenómenos climáticos adversos han causado ya, en términos económicos, más de 12.000 millones de euros en pérdidas solo este año en España. 12.000 millones de euros. En fin, sé que a veces algunos no actúan por principios morales, pero evidentemente, al menos por principios económicos, deberían tener y tomar ese interés. Porque actuar no solamente es urgente. Es la opción más rentable y más segura para nuestro, para nuestro futuro. Proteger el clima no es un capricho ideológico, como algunos pretenden hacer ver. Es evidentemente una cuestión política que afecta de fondo a status quo que tenemos que alterar y por tanto, hay detrás de esos status quo intereses que, por muy legítimos que sean desde el poder público, en aras de ese interés general, tenemos también que reformar y transformar.
Por tanto, no estamos hablando de un capricho ideológico, aunque haya una contienda política detrás, entre aquellos que quieren mirar en el medio y el largo plazo y en aquellos otros que quieren preservar un status quo que claramente las realidades también la climática, las ha superado. Pero desde luego no es un freno al crecimiento económico, al contrario, no es una carga económica. No es, por tanto, un lujo al cual podemos hacer frente cuando crecemos, pero no cuando las cosas vienen mal dadas. En el contexto español precisamente, además, estamos creciendo. En definitiva, lo que quiero decir es que proteger el clima significa proteger la prosperidad, proteger el empleo, proteger las infraestructuras. Y lo que ayer se aprobó es un error histórico de Europa. Porque la competitividad, como aquí se ha dicho, se garantiza por la sostenibilidad y no por debilitar nuestros compromisos climáticos y nuestra apuesta por la sostenibilidad. Significa, por tanto, reducir daños futuros evitar pérdidas millonarias, salvar vidas proteger nuestra rica biodiversidad que es única en el mundo. Reforzar, en definitiva, como decía antes, Fernando Grande-Marlaska, nuestra seguridad colectiva.
Yo creo que, además, España en esto es un referente y además es una gran oportunidad actuar en clave de sostenibilidad y hacer frente a esa emergencia climática. Lo es para modernizar nuestro tejido productivo. Pensemos, por ejemplo, en el sector turístico. ¿Qué sería del sector turístico en el futuro si no anticipamos esa emergencia climática? En crear nuevos empleos en sectores de futuro, por ejemplo, en las energías renovables: que el 60% de la electricidad hoy en España se produzca gracias a las fuentes de energías renovables es una gran noticia, porque atrae inversión y reindustrializar territorios que no tenían esa oportunidad hace escasos años.
Y para nuestras empresas más innovadoras, desde luego en este campo están conquistando mercados y así lo estamos viendo en múltiples ejemplos. En definitiva, cada euro invertido en prevención, en adaptación, en resiliencia, supone ahorrar, en reconstrucción, en indemnizaciones y también en emergencias climáticas.
Una de las cuestiones que le he dicho al presidente de la Generalitat de la Comunitat Valenciana hoy en la reunión es que toda la tarea de reconstrucción incorpora en la ecuación la emergencia climática, para que no tengamos que gastar de nuevo 2, 3, 4 y una infinidad de veces recursos económicos de todos los españoles pagados con los impuestos precisamente porque no hemos incorporado una variable tan estructural como es la emergencia climática a esa tarea de reconstrucción.
Dicho de otro modo, lo caro no es actuar, lo caro es no hacerlo y por tanto una gran mayoría de españoles yo creo que entiende perfectamente que este es el camino correcto. Es muy curioso porque, según el Eurobarómetro, que es la gran encuesta que hacen las instituciones comunitarias a nivel europeo, el 88% de los españoles considera el cambio climático un problema grave sobre el que tenemos que actuar. O, recientemente, el CIS hablaba de que el Pacto de Estado frente a la emergencia climática era apoyado por más de un 70%. Es decir, estamos hablando de gentes que votan muchas opciones ideológicas cuando son llamados a las urnas y, por tanto, no podemos ignorar esta realidad abrumadora de un apoyo transversal e importante por parte de la ciudadanía española. Como no podemos ignorar que existe una minoría ruidosa que no discute con datos, sino que discute con memes, que no combate ideas, sino que trata de banalizarlas.
Y lo preocupante no es su existencia, lo preocupante es su capacidad para influir en otros y viralizar la mentira. Evidentemente hay intereses económicos detrás de ello; insisto, de un 'statu quo' que ha sido superado por la ciencia y por la realidad de una sociedad que mira al futuro. Por tanto, como para hacer cambiar de opinión a fuerzas, en definitiva, y a intereses que no solo firmaron en su día el Pacto Verde o la Agenda 2030 necesitamos un esfuerzo, de ahí también que estemos planteando este Pacto de Estado. Porque, frente a eso, quiero también apelar a algo que sigue siendo un sentimiento mayoritario, y es una España sensata, una España que piensa con puro sentido común. La España de la generación Z o la de nuestros mayores. La España de los trabajadores y trabajadoras -aquí también han participado representantes de la patronal, o también de los sindicatos-. En definitiva, aquella España que sabe que no es normal vivir más de 30 días bajo olas de calor extremo, como ocurrió el pasado año, o mejor dicho, el pasado verano en nuestro país.
Esa España sensata, vote lo que vote, piense lo que piense, exige, con toda la razón del mundo, con todo el sentido común, que el acuerdo impere en un asunto como este. En definitiva, esa mayoría nos recuerda que la respuesta a este desafío no puede depender de quién gobierne España o las comunidades autónomas o los ayuntamientos en función de los ciclos electorales, porque la tarea es de todos. Es una tarea titánica y, por tanto, creo que exige de una determinación en décadas que trasciende las legislaturas y que es, en definitiva, el espíritu que atraviesa este Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática. Yo tengo que decirles que a mí me gusta más hablar de acuerdo de país, pero bueno, esa batalla la he dado por perdida ya, porque siempre en términos políticos se habla de Pacto de Estado. Pero no es solamente un pacto entre las instituciones públicas, entre los gobiernos o entre los partidos políticos, es un acuerdo de país donde también tienen que estar incorporados muchos otros agentes que son igual de importantes cuando hablamos de ello. Y quiero reconocerlo, porque aquí hay 1300 actores y actrices que han aportado su conocimiento, su experiencia, en este reto de país tan apasionante como como descomunal.
Iniciamos -verdad, vicepresidenta- el Camino el pasado mes de septiembre con un documento base elaborado por el Gobierno de España. Dijimos que iba a ser un documento abierto. Lo hicimos claramente para que animara a la discusión, al debate, con diez ejes genéricos sobre los que operar; al final, efectivamente han sido 15 ejes. Lo hicimos en una ciudad como Ponferrada, donde además hemos dicho que todas las cumbres del clima que se celebren se van a celebrar a partir de este año ahí, en Ponferrada; con más de 600 asistentes, como ha recordado antes la vicepresidenta, y el documento que hoy se presenta es gracias a estas aportaciones.
Son 15 ejes, incluyen 80 medidas concretas. No nos vamos por las ramas, al contrario, concretamos esas medidas y hemos desarrollado procesos y mecanismos recogidos en las cerca de 4.000 ideas recibidas -que quiero agradecer además a las asociaciones, pero también a las personas que individualmente, a través de los medios digitales que hemos puesto en marcha y hemos abierto, han participado-.
Bueno, este documento sitúa al conocimiento científico en el centro de la estrategia. Yo, desde el año 2018 soy presidente del Gobierno y lo he dicho en muchas ocasiones a aquellos que me hayan querido escuchar -algunos de ustedes han participado en otros debates y en algunas otras mesas-: Siempre estaré agradecido a la ciencia, siempre. Tengo una deuda eterna con la ciencia porque nos alumbró en los momentos más oscuros de la pandemia y, por tanto, siempre estaré de su lado. Además, quiero decir que no solamente incorporamos a la ciencia en el centro de la estrategia, ponemos de relieve la adaptación de nuestras sociedades a esta emergencia. Demandamos a las administraciones autonómicas la actualización de programas y planes de respuesta a los impactos del cambio climático. Añadimos un nuevo eje, como decía antes la vicepresidenta, sobre sistemas costeros, marinos, en un país como el nuestro donde, efectivamente, tenemos muchos kilómetros de costa, y no solamente en Galicia y en Andalucía. Y ponemos el foco en la lucha contra la desinformación climática.
Incorporamos una propuesta de gobernanza que lo que hace es algo muy importante y es institucionalizar la participación civil de manera permanente en lo que es la definición y la implementación de este gran acuerdo de país. Y quiero simplemente para terminar, referirme, aunque sea sintéticamente, a los cuatro pilares fundamentales de este gran acuerdo.
Primero: proteger vidas -como decía antes Fernando Grande-Marlaska-. Siempre esa es nuestro objetivo, nuestra prioridad cuando afrontamos una emergencia de protección civil. Por eso tenemos que proteger vidas ante la emergencia climática. Por eso, antes del próximo verano vamos a poner en marcha esa Red Estatal de Refugios Climáticos, poniendo a disposición de la ciudadanía los edificios de las administraciones, pero particularmente de la Administración General del Estado, coordinándonos con las redes ya existentes de comunidades autónomas que sí que han avanzado en esta cuestión, como pueda ser, por ejemplo la catalana, la vasca o también la murciana, facilitando financiación para crear refugios climáticos en los barrios más vulnerables, donde el calor -lo sabemos bien- golpea con más fuerza.
Segundo: garantizar el agua hoy y mañana. Y para eso tenemos toda una política que hemos puesto en marcha gracias también -querido Hugo, secretario de Estado- a los planes de los fondos Next, a los proyectos estratégicos que hemos puesto en marcha. No quiero tampoco extenderme en esta cuestión, pero efectivamente tenemos también que planificar el territorio; tenemos que evitar usos de riesgo en zonas inundables que además ya están digamos de alguna manera incorporadas en la definición de la seguridad nacional que el Gobierno de España está elaborando y que ya ha incorporado, y convertirlo en una en una prioridad el uso, efectivamente, del agua en el presente y en el futuro.
Tercero: cuidar nuestro campo. Desde luego, creo que es muy importante -y quiero agradecerlo -la participación, no solamente de las asociaciones ecologistas, sino también de las asociaciones pertenecientes al mundo agrario. Veo algunos y algunas de sus representantes aquí presentes y quiero agradecerlo porque, efectivamente, en esto de la polarización se trata también de dividirnos, cuando todos pensamos más o menos lo mismo, tenemos una prioridad y un objetivo común y, por tanto, donde podemos a lo mejor discrepar es en algunas de las medidas, pero no en los objetivos ni en el camino que tenemos que transitar.
Por tanto, yo creo que es muy importante algunas de las cosas que ha anticipado el ministro de reforzar los seguros agrarios; lo estamos haciendo ya de hecho, querido ministro, lo sabes muy bien. Venimos de una época donde hemos estado cuatro años de sequía y hemos tenido que apoyar, y mucho, al sector agrario de nuestro país en la adaptación de los cultivos, en impulsar un Plan Nacional de Empleo Verde Rural. En fin, que la lucha contra el cambio climático también se convierta en una gran oportunidad de trabajo, de arraigo y de futuro, especialmente en aquellos municipios de menos de 5.000 habitantes.
También me gustaría anunciar lo siguiente, y es que el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico va a financiar los planes contra inundaciones en los municipios de menos de 5.000 habitantes. Y también vamos a destinar 20 millones de euros para los planes contra incendios en estos pequeños municipios. Creo que es un compromiso más que damos desde el Gobierno de España, también en apoyo, como decía antes la alcaldesa, por parte de la Administración General del Estado a este reto tan importante.
Cuarto. Como decía antes, la ciencia debe estar al volante. Vamos a crear un Plan Nacional de Científicos y de Científicas del Cambio Climático para que las decisiones que se tomen, se tomen con datos, con modelos, con evidencia científica y no con intuiciones y también con ocurrencias. Antes alguna de las intervinientes decía que con ello estamos reduciendo la capacidad de intuición que tenemos los políticos y políticas, y nosotros, desde luego, desde el Gobierno de España lo agradecemos; el que tengamos ese aporte, ese apoyo de la comunidad científica, es de suma importancia y de suma ayuda.
Este pacto, por tanto, señoras y señores, me gustaría que entre todos hiciéramos esa capacidad de expandirlo fuera de estas maravillosas paredes del Círculo de Bellas Artes, porque no es un pacto como un brindis al sol ni una foto, viene acompañado de inversión, de gobernanza, de seguimiento, de compromiso político. Y proponemos una Comisión de Seguimiento, grupos de trabajo en el Consejo Nacional del Clima y la participación directa de la Conferencia de Presidentes y presidentas autonómicos.
Queremos, por tanto, un pacto que sea vivo, que sea dinámico, que sea abierto, que se vaya adaptando a las realidades y también a la propia experiencia que podamos ir adquiriendo con revisiones periódicas, con indicadores públicos, con rendición de cuentas. Por eso el siguiente paso -lo ha anticipado antes la vicepresidenta, pero me parece muy importante- es llevar este gran acuerdo al Congreso de los Diputados y diputadas para que sea debatido, para que sea trabajado y esperamos sea ratificado por la mayoría de los grupos parlamentarios. Y ahí, humildemente, también les pedimos que nos echen una mano. Somos un gobierno de coalición con minoría parlamentaria y toda ayuda es poca. Por tanto, todos aquellos que desde fuera puedan ayudarnos saben que van a contar con nuestro aplauso y nuestra gratitud eterna. Pero en todo caso, mi responsabilidad también como presidente del Gobierno es apelar al sentido común de todos los grupos parlamentarios a aportar, a seguir mejorando el texto desde la responsabilidad y desde el interés general.
Y me gustaría, por tanto, culminar con esta petición. Hacerlo, además, recordando -no sé si lo han visto o no, ha sido portada de los medios de comunicación, no ha abierto telediarios, pero a mí fue una noticia que me sobrecogió porque de alguna manera todos los que hemos estado al frente de instituciones públicas durante estos años, en los que se ha agravado y mucho la emergencia climática y sus efectos, hemos tenido algunas veces esa sensación-. Hay municipios, no sé si lo vieron, el alcalde de una pequeña localidad, Alcanar, en Tarragona, que dijo públicamente que renunciaba hace unos días como alcalde de ese pequeño municipio por agotamiento físico y mental, tras haber hecho frente a cinco catástrofes naturales en los últimos seis años en su pequeño municipio. Convirtiendo la emergencia en rutina. Bueno, yo creo que este pacto no es sino eso, es un escudo para España, es un escudo para España. Es una red de protección para España, es certidumbre para las inversiones, es seguridad para las familias, es tranquilidad para quienes saben que este desafío no va a desaparecer durante la próxima legislatura desgraciadamente.
Queremos que, siendo uno de los países más expuestos de Europa, como nos dice la comunidad científica, España sea también el mejor preparado. Y creo que eso es, en definitiva, lo que representa este gran acuerdo, esta gran propuesta que vamos a llevar al Congreso de los Diputados y diputadas. Porque ¿si esto no merece la pena, si este Pacto de Estado no merece la pena, qué desafío lo hará?, ¿cuál? Yo creo que tenemos que hacerlo juntos antes de que sea demasiado tarde.
Muchas gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)